domingo, 5 de febrero de 2012

Llevaba tiempo pensando en escribir todo sobre este nuevo cambio constante que supone a maternidad, pero debo reconocer que de tanto pensar, estamos a punto de entrar en los 16 meses...

Espero no dejarme nada, por eso intentaré empezar desde el principio... ¿Y dónde está el principio?

Para mí el inicio de mi relación con Naya se presenta varios años antes, en que la inestabilidad económica nos impedía ir en su busqueda.
Esos momentos en que cada mes rezaba para que hubiese habido un accidente y su llegada se adelantase.

Pero aunque algún susto hubo, ella no se dignaba a venir... pobre, no le dejábamos muchas posibilidades.

Trabajos sin contrato, sustituciones, promociones con fecha de caducidad... Algún accidente en que por causas ajenas casi nos quedamos en la calle.

Llega la boda, el piso... la hipoteca, la subida de las hipotecas, un viaje al paro, o trabajar en un sitio en que la dueña se ovidaba que pagar a sus trabajadores esa su responsabilidad.

Durante todo ese tiempo, yo podía visualizar a mi niña -sí, sabía que era una niña-. Podía sentirla en mi, y hablaba con ella, prometiéndole que el año que viene sin falta, iríamos a buscarla.
A veces me desesperaba y las broncas y el mal humor se adueñaban de mí. Era una obsesión, un sueño que parecía que nunca se haría realidad.

Pero llegó ése día en que tanto mi marido como yo estábamos fijos, ese año en que bajaron las hipotecas y en que un augmento de sueldo entraba a casa por la puerta.

Solo faltaba algo: el riesgo. Y la ilusión que acompañaba al riesgo convirtió, sin ser necesario, el riesgo en búsqueda Sin ser necesario porque ella ya estaba allí, y aunque lo sentíamos, para mí empezó el mes más largo de mi vida.
Contaba los días en el calendario esperando la llegada de atraso, pero pasaban tan leeeentos...
Buscaba síntomas por todas partes, para después decirme que eran psicológicos.

Recuerdo la tarde en casa, bailando y escuchando música: Cuando escuché esta canción me puse a llorar de emoción. http://www.youtube.com/watch?v=abLwErDrwJc , entonces supe que estaba embarazada.

Pero los predictors decían lo contrario. Quizá por mi impaciencia, pues aún faltaban 3 días, un día, o solo pasaba uno... Así me ponía en duda a mí misma.
Pedí hora a ginecólogo para avisarle de que estaba buscando... pues unos calambres  enormes me decían que había hecho mal mis cuentas, y no existía tal atraso.

Entonces me hizo una eco... y me dijo: -el útero está agrandado y lleno de líquido- no sabía que significaba éso y me asusté, hasta que escuché -pues puede que sí que estés embarazada- una risa tonta se me escapó. Estaba emocionada, quizá por eso se reí la chica que me extrajo la sangre para hacerme la beta.

Dos horas de espera... dos largas horas esperando en la cafetería de al lado.  Pensando en nombres, escapándome de vez en cuando a ver si se sabía algo.

Pedimos la cena, con la mala pata de que un camarero sin sangre decidió hacerlo "a su ritmo", así que cuando llegó la hora, me tocó ir yo sola a buscar los resultados, pues aún no estaban los bocadillos.

Subí nerviosa y el ginecólogo me recibió con una sonrisa: ¡ENHORABUENA!
Creo que lloré ahí mismo, los administrativos también me dieron la enhorabuena y casi me caigo por las escaleras cuando salí corriendo a contárselo a mi marido.

Mi sueño se había convertido en hecho.